Circulo  de manos de mujeres entrelazadas simbolizando el poder de la mujer en su unidad.

La Feminidad Como Puente, No Como Campo de Batalla

Por Gabriela | BetterSelf Coaching

Empecemos con la verdad: la feminidad no es un monolito.

No hay una sola forma de ser mujer. Nunca la ha habido.

La feminidad viene en todas las formas, tamaños y colores — mujeres de color, mujeres asiáticas, mujeres latinas.
Mujeres queer, religiosas, con discapacidades.
Mujeres que dieron a luz, que eligieron no hacerlo, que no pudieron.
Ricas, pobres, ruidosas, silenciosas, femeninas, andróginas, audaces, suaves, trans… — todas igualmente mujeres.

Pero últimamente, cosas están cambiando.

Cada vez más, veo gente construyendo cercas alrededor de la palabra mujer.
Intentan hacerla más pequeña, más estrecha, condicional, fácil de vigilar.

La feminidad ha sido vigilada y controlada durante mucho tiempo, pero hoy la vemos redibujarse a través del miedo — más estrecha, más dura, más cruel.
Como si no hubiéramos luchado durante décadas para superar esto.

Nos dicen que debes nacer de cierta manera, sangrar de cierta manera, verte de cierta manera.
Los calificativos no son nuevos, pero su resurgimiento es fuerte: “real,” “biológica,” “natural.”
Como si la feminidad pudiera reducirse a una lista de partes del cuerpo, genitales o cromosomas.
Ignoran su corazón, su historia, su verdad existencial: que la feminidad se vive, no se asigna.

Soy una mujer trans — Y sé que la feminidad no se define entre las piernas de nadie. Limitarla al cuerpo no protege la feminidad — la traiciona.

No me convertí en mujer — soy una mujer trans porque finalmente me liberé para dejar de pretender ser alguien más.
Dejé de interpretar una masculinidad forzada debido a unos genitales específicos.
Dejé de actuar como el hombre que se esperaba que fuera solo por mis apéndices.
Comencé a vivir mi verdad. Eso no es “transición” — es emergencia.

Y eso no fue fácil.
Significó enfrentar mis demonios internos y cada mensaje social, cultural, religioso, político y económico de quien nunca podría llegar a ser.

Pero me quedé quieta. Dejé de escuchar el ruido. Permití que la verdad hablara.
Y finalmente la dejé — ella — tomar las riendas de mi vida.
Lo logré. Estoy aquí.


No me “convertí” en mujer.
Reclamé quien siempre he sido, de la única manera que yo podía.
No a través de pretender ni actuar.
Sino a través de escuchar profundamente, pérdida, amor, dolor y contar la verdad radical.
Yo — nosotras — gané mi lugar bajo el paraguas de la feminidad, no por derecho de nacimiento, sino por verdad, valor y hecho.

No nací en el cuerpo equivocado.
Nací con el cuerpo perfecto para ser la mujer trans de la que estoy orgullosa.

Entonces, ¿qué es la feminidad?

No es solo biología, historia o actuación.
Es más que la suma de esas partes, y a veces las desafía por completo.

Es una relación con el poder, la identidad, la intuición, la comunidad y contigo misma.
No es estática — evoluciona, se expande y hace espacio.

No todas las mujeres experimentan la feminidad igual.
No todas llegan a la feminidad por derecho de nacimiento — y ese es el punto.
Estamos aquí. Mujeres trans siempre hemos existido.
No hacemos la feminidad más débil — la hacemos más fuerte, honesta y real.
La inclusión trans no diluye — expande.


Si todas encajáramos en la misma caja o lista, la feminidad no sería poderosa — sería una jaula.
Una jaula diseñada hace décadas por quienes ahora ven cómo las mujeres mismas destrozan la feminidad.
Esperan que volvamos a la misma vieja trampa, que permanezcamos divididas, más fáciles de controlar y borrar.
Como las mujeres fueron una vez, no hace mucho, y demasiado fácil de olvidar.

Por qué digo «mujeres» y «mujeres trans» — y no «mujeres cis”

Notarás algo en mi lenguaje:
Digo “mujeres” y “mujeres trans.”
No porque piense que las mujeres trans no son reales.
Sino porque no necesito etiquetar a nadie para validar mi verdad.
Mi lugar bajo el paraguas de la feminidad no se otorga — se vive.
Es mi verdad, derecho de nacimiento e historia.

Para mí, una mujer es una mujer. Punto.
Y soy una mujer trans. Orgullosamente, no en secreto ni disculpándome.
Mi feminidad está en relación con, no en oposición a, otras mujeres.
No llamo “cis” a nadie salvo que lo elijan.
No por miedo, sino por respeto y autonomía.

No permito que nadie borre mi verdad, ni borro la de nadie.
No estoy aquí para convencer ni pedir permiso.
No actúo ni pretendo — vivo mi verdad.

Por Qué Esto Importa Más Que Nunca

Cuando los derechos de cualquier mujer están en riesgo, todas estamos en riesgo.
Los derechos de las mujeres trans hoy. Los derechos reproductivos mañana.
Acceso a salud, autonomía, seguridad y dignidad.

No podemos elegir por cuáles mujeres luchar.
O nos unimos bajo el paraguas de la feminidad — o todas acabaremos caladas.

No se trata de convencer, sino de elegir unidad sobre miedo, verdad sobre división.
Ofrecer refugio en la tormenta, no discutir quién sostiene el paraguas.

Estoy aquí para las mujeres que quieren construir puentes, no quemarlos.

Para las que saben que la feminidad tiene espacio para todas.
Para las que están cansadas de ser divididas, diluidas o negadas.
Para las que están listas para reclamar su poder y elevar a otras mientras se elevan.

Si esa eres tú, bienvenida.
Porque ni rotas ni descosidas.

Gabriela
Fundadora, BetterSelf Coaching





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